Rubén Moreira A fines de la semana pasada, el hijo de un alto jefe del cártel de Sinaloa declaró ante una corte federal estadounidense que Washington le había dado “carta blanca para seguir contrabandeando toneladas de drogas a (la norteña ciudad de) Chicago y al resto de Estados Unidos”. Las acusaciones, aunque prácticamente ignoradas por los medios estadounidenses, despertaron nuevas dudas sobre la política antidrogas de Washington al sur de la frontera, que muchos analistas consideran ha sido por años tan corrupta como ineficaz. En la declaración de dos páginas al tribunal, Jesús Vicente Zambada-Niebla (hijo de Ismael “El Mayo” Zambada García, un supuesto líder de la organización traficante de drogas y armas en el occidental estado mexicano de Sinaloa) dio detalles de la presunta colaboración entre el cártel y el Departamento de Justicia estadounidense y sus varias ramas, incluyendo agencias como la DEA (antidrogas) y el Buró Federal de Investigaciones (FBI).
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A fines de 2009, Zambada-Niebla fue arrestado en la ciudad de México y extraditado a Estados Unidos acusado de ser el “coordinador logístico” del cártel, específicamente encargado de supervisar una operación que embarcó “grandes toneladas de cocaína” a suelo estadounidense a través de varios métodos de transporte, desde un avión de carga Boeing 747 hasta camiones con remolque. Según Bill Conroy, periodista que cubrió la noticia para Narco News una semana antes que otros medios, Zambada-Niebla también afirmó ser un informante de valor para el gobierno estadounidense y de haber sido parte de acuerdos entre agentes de la DEA y los miembros más duros de la organización de Sinaloa. En esos pactos, la DEA habría prometido protección a cambio de datos sobre cárteles rivales. Zambada-Niebla declaró que los acuerdos de protección incluían promesas a los líderes narcotraficantes de que serían alertados de investigaciones de Washington y de México cerca de sus “territorios para que pudieran tomar las acciones necesarias con el fin de evadir las pesquisas”. La DEA habría concretado estos acuerdos a pesar de que funcionarios en Washington por su parte tenían preparados cargos, pedidos de extradición y ofertas de recompensa por la captura de esos mismos narcos sinaloenses. Los pactos además se habrían realizado a espaldas de las autoridades mexicanas. Unos 40.000 civiles mexicanos han muerto en la campaña del gobierno del presidente Felipe Calderón, auspiciada por Washington, contra el narcotráfico. A comienzos de mayo, Conroy desmenuzó los datos aportados por el Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos en su más reciente informe sobre gasto militar para el año fiscal 2008-2009 y descubrió que, además de los 177 millones de dólares en programas informáticos de defensa canalizados a compañías mexicanas a través de firmas privadas estadounidenses, el país latinoamericano recibió de su vecino del norte 204 millones de dólares en armas. Una historia de corrupción No es la primera vez que agencias de Estados Unidos han estado enredadas con el narcotráfico. Documentos oficiales y testimonios del escándalo Irán-Contras (esquema ilegal por el cual Washington financió a la oposición armada de Nicaragua con los ingresos por ventas clandestinas de armas al régimen islámico en Teherán) demostraron que ese tipo de actividades datan al menos de los años 80. En 1990, los entonces agentes de la DEA Wayne Schmidt y Hector Berrelez redactaron un informe secreto que hacía referencia al asesinato del periodista mexicano Manuel Buendía en 1984. Buendía, un conocido columnista en su país, poseía información sobre lo que originalmente se creía era un campamento de entrenamiento de las “guerrillas guatemaltecas” en el sudoriental estado mexicano de Veracruz, pero que en cambio resultó ser un semillero de mercenarios para la Contra nicaragüense. Entre 1981 y 1986, el entonces presidente estadounidense Ronald Reagan (1981-1989) libró una guerra clandestina contra el gobierno sandinista en Nicaragua, liderado por Daniel Ortega (hoy también presidente). Para ello, Washington financió y entrenó a los contras, grupos insurgentes contrarrevolucionarios que recibieron recursos del narcotráfico. “La CIA (Agencia Central de Inteligencia), a cambio de obtener recursos para la Contra, establece una relación con el cártel de Medellín y con narcos mexicanos de mediano nivel, y gracias a que esa conexión los narcos mexicanos crecen. Y de ser vendedores, entran al gran mercado de la cocaína”, dijo a IPS Anabel Hernández, periodista mexicana y autora del libro “Los señores del narco”, un éxito de ventas. En 1977, Miguel Caro Quintero, Ernesto Fonseca y Miguel Félix Gallardo, líderes del cártel de Guadalajara fueron presentados al hondureño Ramón Mata Ballesteros, que los vinculó con los narcotraficantes colombianos. Juntos comenzaron a transportar droga desde América del Sur hasta Estados Unidos, una actividad que les reportó millones de dólares. Varios años después, líderes mexicanos ingresaron a la ecuación del “Irangate”. Así, el cártel de Guadalajara distribuyó cocaína colombiana. El dinero fue utilizado para comprar armas y equipamiento militar de Teherán y para liberar a los rehenes estadounidenses en Irán y Líbano, y las armas terminaron en manos de los Contras. Pablo Escobar, el fallecido jefe del cártel de Medellín, dio 10 millones de dólares a los mercenarios nicaragüenses. El informe del Comité Kerry, documento final detallando las audiencias auspiciadas por el senador demócrata John Kerry en el Congreso estadounidense, concluyó en 1989 que los narcos aportaron aviones, armas, dinero y apoyo logístico a los Contras. En un juicio en Los Ángeles en 1988, el piloto estadounidense Theodore Cash reconoció que él mismo había tripulado aviones para la CIA durante un periodo de 10 años, vuelos en los que se habrían lanzado armas para los Contras. Caro y Fonseca han estado en prisión desde 1985 por el asesinato del agente de la DEA Enrique “Kiky” Camarena, en tanto que Félix fue arrestado en 1989. Mata se halla en una prisión estadounidense desde el mismo año. “Si eso pasó impunemente, ¿por qué no podría ocurrir otras 10 o 20 veces? La escuela quedó para siempre”, dijo Hernández, cuyo libro cita una fuente anónima confirmando el papel de México como almacén y canal para armas y drogas. “El gobierno de Estados Unidos tendrá que dar una respuesta formal frente a los alegatos de Zambada-Niebla”, añadió. Por su parte, Conroy dijo a IPS: “Algunas de mis fuentes de la CIA indican que si miras a aquella época (del caso Irán-Contras), todos los acusados salieron libres sin cargos. No hubo absolutamente ninguna consecuencia, lo que demuestra que, en lo que tiene ver con la inteligencia, este método funciona. De hecho, fue una operación auto-financiada”. “La única diferencia es que el caso Irán-Contras era político, mientras que las guerras contra la droga mexicana y la participación estadounidense son cada vez más un asunto puramente monetario y económico”, indicó. El cártel de Guadalajara fue el precursor del de Sinaloa, liderado por Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, el más poderoso señor de la droga de la historia, según la DEA. Tras la muerte del líder radical islámico Osama bin Laden en mayo, Guzmán, quien escapó de una prisión de alta seguridad en 2001, se ubicó en el primer lugar de la lista de los “más buscados” por el FBI, e incluso integró la nómina el año pasado de “las personas más poderosas del mundo, de la revista Forbes. Cuando huyó de la prisión, “no era nadie en el mundo criminal. Se convierte en la gran leyenda cuando sale de prisión, en una década”, algo que no hubiera ocurrido sin la corrupción en México y la complicidad de Estados Unidos, dijo Hernández.
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